Del 4 al 6 de septiembre, Buenos Aires fue sede del “Encuentro Internacional de Derechos Culturales: Para imaginar democracias y ciudadanía”, un espacio que reunió a referentes de toda Iberoamérica para debatir sobre el rol de la cultura en tiempos de crisis y desigualdad. Organizado por Redes de Gestión Cultural (RGC) y el Centro Cultural de España en Buenos Aires (CCEBA), el evento formó parte del Programa ACERCA de la Cooperación Española y se consolidó como un hito en la agenda cultural regional rumbo a Mondiacult 2025.

El primer día comenzó con un taller de sostenibilidad, comunidad e innovación, destinado a organizaciones culturales del AMBA, y continuó con una mesa de apertura institucional. Uno de los puntos altos fue el conversatorio ¿Es posible pensar en derechos culturales para Argentina hoy?, con voces como Pablo Carro, Enrique Avogadro, Sandra Torlucci y Rubens Bayardo, que pusieron sobre la mesa los desafíos de pensar la cultura como un derecho en nuestro país. El cierre estuvo a cargo de la socióloga Maristella Svampa, quien ofreció una conferencia magistral sobre la poli crisis civilizatoria y la urgencia de imaginar futuros democráticos y sustentables.
El viernes hubo un intenso programa de charlas y conferencias. Entre ellas, se destacó el diálogo entre Juan David Correa (Colombia) y María Pía López (Argentina) sobre soberanía cultural; la investigadora Natalia Aruguete analizando el vínculo entre algoritmos, medios y fascismos; y Ana Wortman reflexionando sobre las mutaciones del consumo cultural en la era digital. También hubo lugar para los aportes de René Ramírez (Ecuador) sobre tiempo y buen vivir, Cecilia González (México/Argentina) con una mirada sobre migraciones y culturas, y Julieta Brodsky (Chile) acerca de cultura y democracia en América Latina. El día cerró con un diálogo magistral entre Alexandre Santini (Brasil) y Jazmín Beirak Ulanosky (España), donde se subrayó la necesidad de políticas culturales como garantes de ciudadanía.
El sábado estuvo marcado por un conversatorio regional a 20 años de la Convención de la UNESCO sobre Diversidad Cultural, con la participación de referentes como Lucía Colombato, Belén Igarzabal, Miriam Gomes y Maru Bielli, quienes debatieron sobre cooperación, diversidad y derechos. El cierre estuvo a cargo del Laboratorio Nómada: Las culturas como bienes comunes, que tras varios meses de recorrido por América Latina tuvo en Buenos Aires su última sesión deliberativa. Allí se discutió cómo defender la democracia cultural frente a los nuevos autoritarismos y cómo fortalecer redes regionales desde una perspectiva latinoamericana.

Una agenda con mirada regional
El Encuentro contó con invitados internacionales como Jazmín Beirak (España), Alexandre Santini (Brasil), Juan David Correa (Colombia), Julieta Brodsky (Chile), Ángel Mestres (España), René Ramírez (Ecuador) y Cecilia González (México/Argentina), además de una destacada participación de investigadoras y referentes argentinos. Durante las tres jornadas, se combinaron diagnósticos críticos con propuestas de acción y cooperación para repensar la cultura como infraestructura vital de la democracia.
En un mundo atravesado por desigualdades, retrocesos democráticos y crisis ambientales, el Encuentro Internacional de Derechos Culturales buscó instalar un mensaje claro: la cultura no es un accesorio, sino un bien común y un derecho humano fundamental. Desde Buenos Aires se tejió una red de voces que piensan la cultura como resistencia, soberanía y posibilidad de futuro.
¿Qué es RGC?
Redes de Gestión Cultural (RGC) es una comunidad de pensamiento y acción dedicada a fortalecer la gestión y las políticas culturales desde una mirada crítica, situada y democrática. Desde hace más de 16 años impulsa procesos de formación, investigación, cooperación, asesoramiento técnico y producción editorial, construyendo redes de colaboración entre agentes culturales, instituciones, colectivos y organismos públicos de Argentina, América Latina y otras regiones del mundo.
RGC promueve los derechos culturales como base para la transformación social, apostando a la democracia cultural, la ciudadanía activa y la equidad. Su labor se centra en articular saberes teóricos y prácticos con el compromiso de transformar realidades y consolidar una cultura entendida como bien común.
Con esta perspectiva, la organización busca ampliar el acceso a la vida cultural y fortalecer la voz de las comunidades, tejiendo redes de cuidado, sentido y acción colectiva que proyectan futuros más justos, participativos y sostenibles.