La historia del argentino que dirige una misión humanitaria en Ucrania

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Paulo Milanesio es un argentino que se unió a Médicos Sin Fronteras en España, y hace casi un año dirige una misión humanitaria en Ucrania, en un contexto de conflicto bélico entre este país y Rusia.

Paulo Milanesio nació en la ciudad de Rosario, y creció en la localidad de Carlos Pellegrini. A sus 25 años comenzó a recorrer países como Camerún, Yemen, Etiopía y Mozambique para poder servir y extender su solidaridad con comunidades desprotegidas. Actualmente con 38 años, asumió la responsabilidad de garantizar la seguridad de los equipos médicos que funcionan en Ucrania frente al conflicto que se está desarrollando. Entre alertas, escombros y detonaciones, Paulo presta ayuda humanitaria en la zona donde se están sucediendo los hechos.

Es ingeniero civil y coordinador general de Médicos Sin Fronteras de España, y llegó a Ucrania por primera vez en mayo de 2022, permaneciendo hasta octubre del mismo año como Coordinador de Emergencia. Ya en enero de este año, regresó por segunda vez y hace quince días volvió; planea quedarse al menos cinco meses más. “El ser ingeniero evidentemente contribuye un montón a la sociedad pero había un factor humano que no me llenaba”, reconoce Paulo, sobre los motivos que lo impulsaron a involucrarse en las actividades humanitarias.

Fue durante la cursada, donde el jóven se interiorizó, justamente en la organización Ingeniería Sin Fronteras de España como profesional especializado en el abastecimiento de agua en zonas rurales de países en desarrollo.  Luego de recibirse, comenzó a incursionar en las emergencias comunitarias. “Es un sector mucho más extremo, se trabaja en terrenos muy complejos donde los resultados de las acciones son de un día para el otro”, dijo Paulo. El argentino se encontró con su mayor desafío al ingresar en Médicos Sin Fronteras, la organización líder en reducción de las probabilidades de mortalidad.

En la actualidad, se encuentra en medio del conflicto entre Ucrania y Rusia, donde la intervención militar es compleja y las víctimas son cada día más. En este contexto, Paulo se encarga de prestar servicio en aquellos lugares donde el sistema de salud ucraniano no llega. “Cuando la línea de frente avanza, nosotros damos asistencia a aquellos que quedaron atrapados por las fuerzas rusas o aquellos que están en situaciones críticas”, afirma.

La organización Médicos Sin Fronteras, cuenta con 800 profesionales de campo en la zona, y 600 de ellos son nativos, lo cual genera un sentido de empatía importante para el funcionamiento del grupo. Milanesio admite que al vivir en lugares donde dan respuestas, el contexto los va haciendo parte de manera inevitable. “Ver que los ucranianos y colegas nativos siguen tirando para adelante a pesar de haberlo perdido todo es lo que uno se lleva de acá. Y sin querer o sin saberlo es lo yo salí a buscar de Rosario siendo tan joven; el crecer como persona”, reflexiona Paulo.

El día a día en Ucrania está repleto de incertidumbre a causa de los constantes enfrentamientos en todo el territorio. En su función de Gestor de Seguridad y Coordinador General, Paulo se encuentra la mayor parte del tiempo monitoreando el estado de seguridad de sus colegas repartidos por el país. Además de tener conocimiento de los lugares donde puede haber ataques y víctimas.
“Es mi anhelo tomar unos mates con ‘el Beto’, comer un asado con mis amigos, escuchar rock and roll o bailar una cumbia con la chica que me gusta”, confiesa Paulo Milanesio con respecto a su deseo de reencontrarse con sus seres queridos y con lo que lo identifica de su ciudad natal, estando a miles de kilómetros de distancia.

Su ejemplo es una muestra de que ante el ideario de individualismo, todavía hay personas que miran más allá y se solidarizan profundamente por otras personas en situación de vulnerabilidad. Sin dudas, un orgullo argentino.

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