Hablemos de dislexia

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Según la Organización Mundial de la Salud, la dislexia es uno de los trastornos del aprendizaje más frecuente en niños y niñas en edad escolar y afecta a alrededor del 10% de la población mundial. Sin embargo, el desconocimiento sobre el tema genera grandes obstáculos y frustraciones en las personas que la padecen, por lo cual es importante detectar las dificultades que se presentan desde la infancia para poder abordarlas con el diagnóstico indicado y brindar tratamientos que le permitan a las personas con dislexia tener mejores oportunidades educativas y una vida mejor.

Teniendo en cuenta esta información, en nuestro país existe la Ley Nacional 27.306 la cual detalla que es responsabilidad de todas las escuelas, a través de docentes y equipos de orientación escolar, brindar el mayor acompañamiento posible a alumnos y alumnas que cuenten con modalidades diferentes de aprendizaje, ya que de lo contrario, quedarían excluídos/as de algunos aspectos de la enseñanza. 
Por eso, se considera indispensable adecuar al sistema educativo para que pueda acelerar los procesos de adaptación pedagógica.

La DISFAM, Asociación Dislexia y Familia, define a la dislexia como “un trastorno del aprendizaje de la lectoescritura, de carácter persistente y específico, que se da en niños que no presentan ningún hándicap físico, psíquico ni sociocultural y cuyo origen parece derivar de una alteración del neurodesarrollo”, y agregan, “los disléxicos manifiestan de forma característica dificultades para recitar el alfabeto, denominar letras, realizar rimas simples y para analizar o clasificar los sonidos. Además, la lectura se caracteriza por las omisiones, sustituciones, distorsiones, inversiones o adicciones, lentitud, vacilaciones, problemas de seguimiento visual y déficit en la comprensión”.

Existen diferentes tipos de dislexia, clasificándose en adquirida y evolutiva. La adquirida aparece a causa de una lesión cerebral concreta, mientras que, en la evolutiva no hay una lesión cerebral y es la que más abunda en el ámbito escolar. Luego de esta clasificación, se ramifican hacia otras posibilidades, entre las que se encuentran la fonolótica, superficial o mixta. 

También se encuentra la ‘discalculia’, donde las personas afectadas confunden los números y los signos, impidiendo que realicen cálculos mentales y trabajar con abstracciones. 

Por su parte, Lucas Slevin, quien se describe en sus redes como ‘disléxico y modelo’, explicó que “la dislexia no es una enfermedad y mucho menos una discapacidad”, y que las personas afectadas “el mayor desafío con el que se encuentran es enfrentarse con el sistema educativo”. El jóven es de Pilar, Buenos Aires, y decidió utilizar las redes sociales para concientizar y explicar de qué se trata la dislexia. Comparte en formato de video muchos de los retos con los que se enfrenta una persona con dislexia en la vida diaria, lo cual es necesario para visibilizar y divulgar la importancia de ofrecer soluciones desde los resortes de contención estatales.

En su caso, Lucas se enteró que tenia dislexia cuando estaba en tercer o cuarto grado de la escuela: le tocó leer en voz alta en medio de una ronda de lectura y de repente sus compañeros/as empezaron a reírse de él. La profesora lo sacó del aula y le dijo: “Lucas vos tenes una enfermedad mental”.

“Ese día mi mamá me fue a buscar de la escuela y yo llorando le dije que ‘tenía una enfermedad’ y le conté todo lo que pasó. Y ella me respondió: “No es una enfermedad, es dislexia. Es simplemente otra manera de percibir la información. Cuesta un poquito más leer, pero sos 100% capaz de hacer todo lo que quieras”, contó Lucas.

Lucas Slevin

“Creo que se produjeron muchos cambios, que hay mayor conciencia y que cada vez se aceptan más las acomodaciones que se piden. Aún no es algo generalizado y todavía padres y jóvenes deben luchar bastante para conseguir las adaptaciones que por derecho se merecen, dado que es la manera de generar igualdad de condiciones”.

Rufina Pearson, doctora en Psicopedagogía

Cabe destacar que las personas que se especializan en esta cuestión, aseguran que la dislexia no está ligada a la inteligencia, y que no impide el desarrollo profesional futuro. Las personas con dislexia pueden ser tan inteligentes como las demás, solo tendrán que incorporar una forma diferente de aprendizaje.

El diagnóstico temprano de la Dificultad Específica de Aprendizaje, y el tratamiento necesario, puede mejorar la calidad de vida de la persona afectada. Los alumnos y las alumnas merecen contar con las herramientas elementales para adquirir el aprendizaje escolar y universitario de forma natural y a tiempo. La empatía y el respeto por la diversidad, se constituyen como valores trascendentales en este camino de comprensión, porque cada cual aprende diferente.

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