Masculinidades sin violencia

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El caso de Fernando Báez Sosa y la condena a los acusados está en el centro de la agenda mediática y de la opinión pública. A partir de lo ocurrido en Villa Gesell en 2020, se abrió un amplio debate sobre los “mandatos de la masculinidad” instalados, poniendo como eje, la necesidad de repensarlos y transformarlos.

Rita Segato, reconocida antropóloga y activista feminista, se refirió al tema: “Esto es un crimen de género, aunque la víctima no es una mujer, el perpetrador actúa de acuerdo a una estructura de género clásica de la masculinidad”. “Hoy por hoy, a los hombres no les queda más que la violencia para probarse a sí mismos y a sus pares que son hombres”, explicó Segato.

Es que desde hace mucho tiempo, los varones fueron criados bajo la obligación de ser fuertes, valientes y competitivos, de pertenecer a un grupo sin confrontar a sus pares. A su vez, las mismas voces enunciaban que no debían dar muestras de fragilidad y vulnerabilidad. Estas cuestiones construyeron un prototipo hegemónico de cómo el hombre tenía que desenvolverse en la sociedad, creando generaciones signadas por el rechazo a una masculinidad no-tradicional, y midiendo su dominio a través de la agresión física. 

“La violencia contra la mujer se origina en los problemas del mundo y de la masculinidad, pero la primera víctima del mandato de masculinidad, al que están subordinados los hombres son los propios hombres.”

Rita Segato

Desde el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, se elaboró el Mapa Federal de Experiencias con Varones y Masculinidades en Argentina, en donde se presentan un total de 226 espacios estatales, experiencias institucionales y espacios de reflexión con varones que ejercieron violencia o que decidieron cuestionar determinados imaginarios que existen alrededor de su figura.

“No puedo dejar de pensar en la raíz de todo esto, que tiene que ver con cómo el patriarcado se inscribe en nuestros cuerpos, en nuestra piel, en nuestras prácticas, en nuestras maneras de pensar y de vincularnos, cómo eso atraviesa todas nuestras subjetividades.”

María Otero, coordinadora del postítulo de Educación Sexual Integral del Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González.

Tenemos la oportunidad y responsabilidad de desmontar estos patrones, para conducir a una integración social más sana, con discusiones efectivas que trasciendan lo simbólico y se cristalicen en los hechos, cuestionando los ideales y las prácticas tradicionales del género.
Es responsabilidad de toda la comunidad, que las presentes y futuras generaciones puedan percibir una masculinidad sin violencia.

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