¿Por qué 30.000?

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A pocas horas del 24 de marzo, donde se conmemora el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, se vuelve a observar cómo algunos sectores de la sociedad cuestionan el número de personas desaparecidas o niegan las consecuencias de las acciones de la Junta militar, durante la última dictadura militar que abarcó el período 1976-1983. Es por esto que desde Lleca, aportamos al debate desde las distintas voces e información objetiva para explicar: ¿por qué 30.000?.

Como cada año, previo a conmemorar el inicio de la última dictadura cívico-militar en nuestro país, surgen los discursos negacionistas que rechazan sistemáticamente las políticas relacionadas a la memoria, y cuestionan el número de personas que fueron detenidas-desaparecidas. En estos casos, prima el sesgo ideológico ante la importancia de los argumentos, y, por encima de la necesidad de echar luz a uno de los períodos más oscuros de la historia nacional.

Entre los discursos negacionistas más conocidos encontramos, por un lado, el de justificar la desaparición sistemática de personas y los crímenes de lesa humanidad. Mientras que, otro fundamento resonante, es el de negar la cifra de 30.000 personas desaparecidas, apelando a que no existen registros oficiales que certifiquen la mencionada cifra.

Los sectores que detienen sus reflexiones en el número, dejan de contemplar el factor humano y las circunstancias que se tuvieron que padecer. Lejos de unirse en la búsqueda de justicia, intentan desprestigiar el peso y la importancia histórica de los acontecimientos.

“El número de la CONADEP es cerca de 8.000, pero es una categoría hecha en el inicio de las investigaciones, existía un plazo perentorio para las acusaciones. Hay cosas que se supieron después”, afirmó el analista financiero cercano a las ideas del liberalismo económico, Carlos Maslatón, y prosiguió, “La discusión de la cifra tiene por objetivo decir que esto no fue tan importante o que estuvo justificada, y esto es lo que me preocupa a mí”.

“No hay comprobación empírica porque la represión fue clandestina. Situarte en 8.000 casos es suprimir la dimensión clandestina e ilegal de la represión. Como si contáramos con toda la información. Es entrar en la lógica perversa de la dictadura que es ‘¿te enteraste de 8.000?, ¿pudiste probar 8.000?, entonces hay 8000’. No, pude probar 8.000 y sabemos que hay miedo a denunciar, miedo a represalias, indica Martín Kohan, escritor, ensayista, docente de teoría literaria.

¿Qué se entiende por persona desaparecida y por qué el número 30.000?  

Ante todo, se entiende como persona desaparecida, a aquella que el normal funcionamiento de su vida se vió gravemente afectado por la persecución, las amenazas, la detención, la desaparición y el exilio forzoso, entre otras cuestiones. 

Como antecedente histórico, se encuentran las víctimas del holocausto, donde se habla que fueron 6 millones de victimas, cuando los registros más exhaustivos llegan al número de 4 millones. La inexactitud oficial, también se explica porque las detenciones se daban en un marco de ilegalidad, a pesar de ser ejercidas por el propio Estado.

En este caso, encontramos diversos registros que pueden acercar a la cifra más difundida de personas desaparecidas durante la última dictadura en Argentina: el informe secreto del agente chileno Arancibia Clavel en 1978, expresó un total de 22.000; el informe de la Embajada de Estados Unidos en 1979, un total de 20.000; el informe de la Embajada del Vaticano en 1978, un total de 15.000; a su vez, considerando que se reconocieron oficialmente 762 centros clandestinos de detención y tortura, contabilizando apenas 40 personas por cada cual, se supera la cifra de 30.000. 

Esta información fue vertida por el ex- secretario de DDHH de la nación, Eduardo Luis Duhalde, en una carta dirigida a Graciela Fernandez Meijide, reflexionando al respecto, “La cifra de 30 mil desaparecidos no es arbitraria ni caprichosa”, argumentando ante la ex-funcionaria, que si bien fue madre de un detenido-desaparecido, defendía la cifra que informaba la CONADEP.

Conocer nuestra historia y debatir desde la argumentación fundada, es el primer paso para poder transformar cada realidad. En este día y en todos los demás, hay que poner en valor a la democracia como forma de gobierno por excelencia, y, más allá de las diferencias circunstanciales, tengamos memoria, verdad y justicia.

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