En dos noches memorables en el miniestadio porteño, el cantante de 23 años desplegó sus canciones más icónicas, consolidándose aún más como uno de los artistas argentinos más destacados del momento.
Disrupción, oscuridad, terror, caos, diversión, creatividad, innovación y talento. Conceptos que encuentran unidad en la diversidad, entre fraseos rapeados y gritos desgarradores, entre estribillos pegadizos y pasajes bailables, un reality de punk rock y una cirugía de rock alternativo, del hardcore rabioso al pop cancionero.
Dillom pone en manifiesto todo esto y mucho más, y como si estuviese en una carrera constante consigo mismo, busca romper matices surcando nuevos caminos y reinventando su andar alternando entre los diferentes andariveles de la industria musical, imprimiendo su esencia con un estilo particular que no se parece a nada más que a él mismo.
El artista argentino desembarcó en el Movistar Arena de Buenos Aires con una imponente puesta en escena que giró en torno a su última producción titulada “Por cesárea”, lanzada en abril y presentada el fin de semana con dos recitales que coronaron las noches del 24 y 25 de agosto en el barrio porteño de Villa Crespo. Las visuales en la previa del recital, spoilearon la versión más cruda y visceral del cantante de 23 años.
Un corazón colgado cubría gran parte de las primeras filas del recinto colmado, y los retazos de tela serían la antesala del fin de la espera, cuando el Movistar Arena quedó a oscuras y la imagen de una cicatriz tapando el escenario se convirtió en lo último que vio esa gran masa que no distinguía rango etario antes de ser embestida por uno de los pilares de la Rip Gang.
“Coyote”, “Piso 13” y “Mick Jagger”, fueron parte del tridente elegido por Dillom para abrir ambos conciertos, donde reversionó sus canciones con un sonido denso y experimental.
La primera noche tuvo la presencia especial de Lali Espósito y Wos, quienes interpretaron “La Carie” y “Cabezas cromadas”, respectivamente. Mientras que la segunda noche tuvo la participación de Lali Espósito y Andrés Calamaro, pero con filmaciones proyectadas en pantalla gigante, donde el cantautor argentino puso su voz en el tema “Mi peor enemigo”. Además, estuvieron en calidad de invitados artistas de la escena underground como Ill Quentin, Juan López y Broken Carrey.
Los puntos más altos de la noche sin dudas estuvieron en canciones como “Reality”, “Buenos tiempos” y “Ola de suicidios”, donde la performance de la banda alcanzó grandes niveles de conexión con el público que no paró de saltar, poguear y cantar cada canción. Distorsión y adrenalina, tetricidad y melodía, reiki y yoga.
La participación del Cuarteto Divergente, con su aporte en instrumento de cuerdas, fue otra de las notas en el amplio repertorio de Dillom que no solo hizo un repaso de su último trabajo sino que eligió piezas de su anterior álbum “Post Mortem”, donde desplegó sus performances con cambios de vestimenta y escenografía.
El cierre dio lugar a hits como los flamantes “Últimamente” y “Cirugía”, el ya identitario “220” y el sentido “Amigos nuevos”.
Las luces se encendieron, entre aplausos y satisfacción generalizada. Dillom volvió a hacerlo, dando una muestra por partida doble de cómo aquel trapero under que fue ganando madurez sin restarse rebeldía, hoy logra conquistar los grandes escenarios reafirmando su lugar en la escena nacional, empujando los límites y abriendo paso a un futuro prometedor.