En lo profundo del monte chaqueño, donde el silencio guarda historias antiguas, un rugido vuelve a escucharse. Tierra del Yaguareté es un corto documental que narra la lucha por conservar y recuperar a uno de los animales más emblemáticos del continente: el yaguareté (Panthera onca).

La pieza, producida por la Administración de Parques Nacionales (APN) junto a la Fundación Rewilding Argentina, nos invita a recorrer el territorio donde comunidades, guardaparques y científicos trabajan para que el felino más grande de América vuelva a habitar los montes, ríos y esteros del norte argentino.
El yaguareté fue declarado Monumento Natural Nacional en 2001, la máxima categoría de protección que puede recibir una especie en nuestro país. Sin embargo, su supervivencia continúa amenazada. La caza ilegal, la pérdida de hábitat y el avance de la frontera agropecuaria redujeron su distribución en un 95%: a comienzos del siglo XX su presencia se extendía hasta la Patagonia, pero hoy solo sobrevive en tres regiones: la selva misionera, las yungas y el Chaco.
Su conservación no implica solo proteger a un animal. Implica también resguardar una parte esencial del equilibrio ecológico y del patrimonio cultural de las comunidades que habitan estos territorios. En muchas cosmovisiones originarias, el yaguareté representa la fuerza del monte, el vínculo con la tierra y la continuidad de la vida silvestre.
El retorno en Corrientes
En los esteros del Iberá, el yaguareté volvió a caminar libre después de siete décadas de ausencia. Allí, la APN y la Fundación Rewilding Argentina llevan adelante un proceso de reintroducción sin precedentes, a través del Centro de Reintroducción del Yaguareté.

El objetivo es generar ejemplares capaces de vivir en libertad, ya sean animales silvestres rehabilitados o cachorros nacidos en el centro, para repoblar el ecosistema correntino. Esta experiencia marcó un antes y un después en la conservación de fauna en el país, al lograr que una especie declarada extinta en la región vuelva a ocupar su lugar como gran depredador y regulador natural del ambiente.
En el vasto territorio del Parque Nacional El Impenetrable, la tarea se centra en preservar a los últimos yaguaretés silvestres del Chaco argentino y reforzar su población. Se estima que menos de veinte ejemplares recorren millones de hectáreas de monte, un número que revela la urgencia del trabajo de conservación.
El documental Tierra del Yaguareté muestra esas acciones: la instalación de cámaras trampa, el uso de collares satelitales, las estrategias de reintroducción y, sobre todo, la colaboración entre la ciencia, la gestión pública y las comunidades rurales.
Tras años sin registros confirmados, el hallazgo de un macho joven en las costas del río Bermejo reavivó la esperanza. Luego, el traslado de una hembra desde el Iberá y el nacimiento de dos cachorros marcaron un nuevo capítulo en la historia del yaguareté chaqueño, símbolo de resistencia en una de las regiones más postergadas y biodiversas del país.
Reintroducción y comunidad
Reintroducir al yaguareté es también reconstruir un vínculo entre las personas y la naturaleza. Los proyectos de conservación buscan involucrar a las comunidades locales, promover la educación ambiental y fomentar prácticas de convivencia sostenibles.
El repoblamiento de la especie requiere paciencia, cuidado y compromiso. Las madres permanecen con sus crías durante semanas, enseñándoles a cazar y a reconocer el monte. Los equipos científicos acompañan a distancia, con respeto y tecnología, mientras la comunidad se convierte en parte activa del proceso.
Cada nacimiento es una victoria colectiva, un recordatorio de que la conservación no es tarea exclusiva de especialistas: es una responsabilidad compartida.

Tierra del Yaguareté: una historia de esperanza
El documental refleja una historia de resistencia, cooperación y esperanza. Nos invita a mirar más allá de los límites de las áreas protegidas, hacia una idea de país que reconoce en su biodiversidad una parte vital de su identidad.
Podes verlo haciendo clic acá.
Cuidar al yaguareté es cuidar el equilibrio de los ecosistemas, pero también una forma de reconocernos en nuestra relación con la tierra. Su regreso al monte chaqueño y a los esteros del Iberá es una prueba de que la restauración es posible cuando la voluntad humana se alía con la naturaleza. El yaguareté vuelve a rugir y con su rugido, el monte entero vuelve a respirar.