22 de octubre: Día Nacional del Derecho a la Identidad

A 48 años del golpe, la búsqueda de las Abuelas sigue marcando el camino de la memoria y la justicia. Cada 22 de octubre, Argentina conmemora el Día Nacional del Derecho a la Identidad, una fecha que nació en homenaje a la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo, quienes desde hace más de cuatro décadas buscan a sus nietas y nietos apropiados durante la última dictadura cívico-militar. Esta jornada invita a reflexionar sobre el valor de conocer nuestros orígenes, reconstruir la verdad y mantener viva la memoria colectiva.

El origen de una lucha que cambió la historia

El 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas perpetraron un golpe de Estado que instauró un régimen de terror: 30.000 personas fueron desaparecidas por razones políticas. Entre ellas, había mujeres embarazadas que dieron a luz en cautiverio y niñas y niños que fueron secuestrados junto a sus padres.

En medio del silencio y la complicidad institucional, los familiares de las víctimas comenzaron a organizarse para buscar respuestas. En abril de 1977, las Madres de Plaza de Mayo ya realizaban su histórica ronda de los jueves, pañuelo blanco en la cabeza, exigiendo saber dónde estaban sus hijas e hijos.

Seis meses después, una de esas madres, que también era abuela, hizo una pregunta que marcaría un antes y un después:

“¿Quién está buscando a su nieto, o tiene a su hija o nuera embarazada?”

Ese 22 de octubre de 1977, doce mujeres se reunieron por primera vez y fundaron lo que luego se conocería como Abuelas de Plaza de Mayo. Entre ellas estaban “Licha” Zubasnabar de De la Cuadra, “Chicha” Mariani, Delia Giovanola y Mirta Acuña de Baravalle, entre otras. Sin saberlo, estaban dando inicio a una de las experiencias más conmovedoras y perseverantes en defensa de los derechos humanos en el mundo.

La dictadura estructuró un plan sistemático de apropiación de bebés, que funcionó en centros clandestinos de detención como la ESMA, Campo de Mayo, el Pozo de Banfield, La Perla y la Comisaría 5ª de La Plata, entre otros. Allí, mujeres embarazadas dieron a luz en condiciones inhumanas. Sus hijos e hijas fueron luego entregados a familias vinculadas al régimen o abandonados como NN, con sus identidades falsificadas.

Se estima que alrededor de 500 niñas y niños fueron apropiados entre 1975 y 1980. Las Abuelas, enfrentando el miedo y la represión, comenzaron una investigación inédita: revisaban orfanatos, juzgados, partidas de nacimiento, registros de adopción y recibían denuncias y datos de toda la sociedad.

Su trabajo no se limitó a la denuncia. Con el paso del tiempo, lograron unir ciencia, justicia y amor. Gracias a la colaboración con científicos, impulsaron la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), una herramienta pionera en el mundo que permitió identificar nietas y nietos mediante pruebas de ADN.

Fue en ese contexto que se desarrolló el índice de abuelidad, un avance científico que posibilitó confirmar la identidad de los niños aun sin contar con muestras genéticas de sus padres desaparecidos.

Del pañuelo blanco al derecho internacional

Estos artículos establecen el derecho de todo niño y niña a tener un nombre, una nacionalidad, a conocer a sus padres y a preservar su identidad. Su inclusión fue un hito: por primera vez, el derecho a la identidad se reconocía como un derecho humano fundamental, y los Estados estaban obligados a garantizarlo.

Desde 1990, la Constitución Nacional argentina consagra estos principios, que hoy son parte del marco jurídico más sólido en materia de derechos humanos.

Hasta hoy, las Abuelas de Plaza de Mayo han logrado restituir la identidad de 140 personas, pero aún quedan más de 300 nietas y nietos por encontrar. Cada nueva restitución no solo repara una historia individual, sino también parte del tejido social que la dictadura intentó destruir. La identidad no se reduce a un dato biológico. Es una construcción vital, afectiva, cultural y política. Se forja en los vínculos, en las lenguas, en los territorios y en las historias compartidas. Saber quiénes somos y de dónde venimos es condición para imaginar el futuro.

Memoria, Verdad y Justicia: las tres palabras que siguen marcando el camino. Cada 22 de octubre, Argentina reafirma su compromiso con ese legado: buscar la verdad, preservar la memoria y garantizar que el horror no se repita nunca más.

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