El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, entregó seis nuevas tierras a pueblos originarios, con el objetivo de combatir la deforestación y proteger a la selva amazónica. Este proyecto había sido interrumpido por la anterior gestión en la presidencia de Jair Bolsonaro. Se trata de las primeras reservas en ser reconocidas por el Estado brasilero desde 2016.
“Vamos a trabajar duro para realizar el mayor número posible de demarcación de tierras indígenas. No solo porque es un derecho de los pueblos indígenas, sino también porque si queremos llegar al 2030 con deforestación cero, tenemos que demarcar”, dijo el mandatario en su discurso de cierre en el decimonoveno campamento ‘Terra Livre’, llevado a cabo en la ciudad de Brasilia.
Durante los últimos años, la cuestión indígena en Brasil sufrió los embates de las actividades productivas ligadas a la industria maderera, minería y agropecuaria. De la misma forma, en el gobierno de Bolsonaro se redujo la fiscalización y se permitió la instalación de 20.000 garimpeiros, que son los buscadores ilegales de oro, los cuales contaminaron con mercurio a los arroyos y los ríos.
Según el último censo realizado en 2010, en Brasil viven aproximadamente 800.000 personas indígenas y la mayoría en resguardos que ocupan el 13,75% del territorio.
Los y las representantes de los pueblos originarios venían solicitando al presidente que haga efectivo el reconocimiento de unos 300 territorios indígenas que habían sido cartografiados pero que no fueron consagrados de manera oficial. En respuesta a esta demanda, la medida ordenada por el gobierno brasilero consta de la entrega de 550.000 hectáreas en seis reservas indígenas a los pueblos Arara en el estado de Acre, Kingang en Río Grande do Sul, Kariri-Xocó en Alagoas, Maku Nadeb en Amazonas y Avá-Canoeiro en Goiania.
La voluntad política de estas decisiones se centra en la contraposición a la lógica de las patronales agropecuarias que constituyeron una matriz productiva basada en la producción y exportación de proteína animal y de soja, generando un daño relevante a los recursos naturales y a la sostenibilidad de los mismos.
Lula Inácio Da Silva, al retornar a la presidencia, nombró a Sonia Guajajara como ministra de Pueblos Indígenas: se trata de una activista nativa que hace unos días se pronunció en el Foro Permanente de la ONU, exclamando “Nunca más Brasil sin nosotros, nunca más una ONU sin los pueblos indígenas”. Además, anunció que 14 tierras indígenas estaban listas para ser legalizadas, cubriendo cerca de 900.000 hectáreas.
“Aquellos que dicen que estas tierras reservadas para ustedes son demasiado vastas deben recordar que antes de la llegada de los colonizadores portugueses ustedes ocupaban el 100% del territorio”, indicó Lula. Además, se resaltó que en la Amazonia viven 25 millones de personas y que es necesario aprovechar de la biodiversidad manteniendo la selva de pie.