La dolarización en Latinoamérica: qué implica dolarizar la economía de un país

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En las últimas semanas pudimos escuchar a diferentes figuras de la política nacional, hablando sobre los problemas macroeconómicos de nuestro país y la posible solución a través de la dolarización total de la economía. Los índices inflacionarios y la suba del tipo de cambio, generan una agenda en torno a las ventajas y desventajas del proceso de dolarización. La eliminación de la moneda local, lejos de representar soluciones mágicas, se enmarca como una solución a corto plazo, pero a la vez, en los ejemplos latinoamericanos exhibe problemas estructurales para el desarrollo de un país. A continuación, repasamos los ejemplos de El Salvador, Ecuador y Panamá, y las voces especialistas que se pronuncian sobre la cuestión.

La idea de dolarizar la economía argentina no es una novedad: el Plan de Convertibilidad, impulsado por el ex ministro de economía, Domingo Cavallo, en 1991 estableció la paridad cambiaria entre el peso argentino y la moneda estadounidense, con la promesa de sostenerlo a través de las exportaciones de materias primas y la llegada exacerbada de inversiones extranjeras para robustecer las reservas del tesoro nacional, más un paquete de cambios estructurales que siguieron el recetario del Consenso de Washington. Pero en los hechos se plasmó de manera muy diferente: a las divisas que fueron obtenidas de las exportaciones de los productos agrícolas, se le sumaron aquellas que provenían de las privatizaciones de las empresas del Estado y el constante endeudamiento con los organismos multilaterales de crédito; cuando los precios internacionales se desplomaron, no quedaron empresas del Estado para privatizar y el crédito internacional se agotó, la convertibilidad tocó su techo y abrió las puertas a una de las peores crisis económicas del país, signada por el proceso de desindustrialización, el desempleo y la pobreza. 

Carlos Menem, hacia el final de su segundo mandato, envió una misión al Tesoro de Estados Unidos para analizarla. Si bien tuvo un visto bueno inicial de la administración estadounidense, finalmente, determinaron que no aceptarían ejercer el papel de supervisor de los bancos argentinos ni el de ser prestamista de última instancia. Las intenciones quedaron truncas y el desenlace fue el conocido, con la recesión persistente durante años y el estallido social del 2001.

Hace unos días, el diputado nacional por Avanza Libertad, Javier Milei, expuso en una conferencia en el hotel Llao Llao ante empresarios, los puntos más relevantes de sus propuestas económicas de cara a las elecciones presidenciales. Entre las mismas, remarcó la principal apuesta de ‘dolarizar’ la economía, y luego, extendió sus explicaciones sobre la reducción del déficit fiscal del Estado, la reducción del gasto incluyendo la eliminación de la obra pública, la quita de subsidios, y además, aseguró que cerraría las empresas estatales.

Por otro lado, la potencial candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, habló de instaurar un sistema de bimonetarismo donde se permitiría el uso corriente de la moneda extranjera sin anular el peso. Rápidamente, el tema ocupó la agenda de los grandes medios y del debate público. En tal sentido, Carlos Maslatón, quien si bien muestra mayor apego a las ideas del liberalismo, tildó de “inviable” la propuesta de dolarizar la economía, tal como insiste el diputado Javier Milei, quien además insiste desde hace tiempo con la eliminación de Banco Central argentino.

Ejemplos de economías dolarizadas en Latinoamérica

Los tres países latinoamericanos que oficialmente adoptaron la moneda estadounidense son El Salvador, Ecuador y Panamá. Más allá de que en un primer momento, la dolarización pudo paliar los índices inflacionarios en Ecuador y El Salvador, al poco tiempo llevó a que ambos países tengan que recurrir al Fondo Monetario Internacional, sumado a la eliminación de la moneda local como herramienta política y a la diversidad de problemas para el crecimiento sostenido de estos países.

Ecuador sancionó la dolarización de su economía en enero del 2000, luego de que la crisis de fines de los ‘90, causada por la caída del precio internacional del petróleo y un conjunto de hechos naturales, políticos y sociales, dispararon la inflación del 52% al 96%.

La adopción del dólar no pudo instalar la estabilidad buscada, ya que en principio sí pudo reducir la inflación, generando mayor volatilidad del ciclo económico, no logró reducir el costo financiero, ni tampoco acumular reservas que fueron concebidas gracias al boom de los precios del petróleo, la principal exportación de Ecuador. Luego, la dependencia del petróleo sumado a las bajas condiciones de crecimiento y la fragilidad financiera, llevaron a que el país tenga que reestructurar su deuda y volver a solicitar financiamiento externo al FMI.

El ex presidente ecuatoriano, Rafael Correa, explicó: “una vez que está implementada la dolarización, salir causaría un caos económico, social y político. Así que no nos queda más que sostener la dolarización pero estando muy conscientes de las restricciones. Es como pelear en el ring de la globalización con una camisa de fuerza. Mucho más sencillo sería tener tipo de cambio, que se deprecie un poco la moneda, se fomenten exportaciones, se restringen las importaciones y se corrige el desbalance externo”.

Las variables macroeconómicas producidas por los shocks externos, impactan en la inflación y el déficit fiscal, para luego afectar a las condiciones de producción y empleo.

A fines del 2000, en El Salvador, el gobierno tomó la decisión de dolarizar su economía de manera unilateral. La aprobación de la Ley de Integración Monetaria modificó el marco legal del sistema financiero y monetario salvadoreño, permitiendo la plena utilización del dólar en todas las transacciones comerciales, financieras y contables en el país.

Según los especialistas, El Salvador no exhibió mejoras significantes en los campos que supuestamente se verían beneficiados como la integración comercial, el desarrollo del crédito doméstico o la inflación. Por el contrario, el bajo crecimiento y el aumento de la deuda pública dolarizada, empeoraron las condiciones de desarrollo salvadoreño. La fuerte dependencia de las remesas de trabajadores migrantes y los lazos comerciales con Estados Unidos, auguraron un crecimiento conjunto con otras economías dolarizadas de la región, pero no obtuvieron el resultado esperado. Con el deterioro del acceso al financiamiento externo y con una economía en estado de fragilidad constante, el debate por la desdolarización crece. El actual presidente, Nayib Bukele, dió su visión al respecto: “La dolarización dañó mucho al país, de hecho, todavía estamos sufriendo los embates de esa decisión. Pero los mismos analistas económicos que antes decían ‘no a la dolarización’, hoy asumen que desdolarizar podría ser mucho más costoso, osea, que la medicina puede ser más cara que la enfermedad por la especulación”, de esta manera, define a la dolarización como “una política económica fallida del neoliberalismo”.

Panamá oficializó el dólar como moneda oficial junto al balboa, su moneda nacional, en 1904, luego de conformarse como Estado independiente y bajo una influencia directa de Estados Unidos que asumió el control del Canal de Panamá. Ese mismo año, la Constitución introdujo diversas disposiciones en materia monetaria para resguardar la perdurabilidad de la medida.

A finales de la década del 80´, el gobierno estadounidense de Ronald Reagan congeló los bienes del Banco Nacional de Panamá que estaban depositados en la Reserva Federal de Nueva York, esta medida afectó al sistema monetario y paralizó las transacciones monetarias y mercantiles por varias semanas. Esta situación se agravó con los reiterados incumplimientos de Estados Unidos con el gobierno de Panamá en los acuerdos previos.

Con el tiempo, el país panameño sufrió las consecuencias de no contar con el manejo estructural  y soberano de su economía. En el último tiempo se acentuaron los aumentos de precios y la disminución del poder adquisitivo de la población, también, se indicó una fuerte evasión empresarial en el impuesto a la renta, recayendo la mayor carga impositiva sobre el sector asalariado. En la actualidad, enmarcan a Panamá como un ‘paraíso fiscal’, lo cual perjudica su capacidad de crecimiento, atracción de inversiones y desalienta al proceso de recuperación económica.

Conclusiones

Tres países latinoamericanos adoptaron oficialmente a la moneda estadounidense para detener subas inflacionarias, pero las consecuencias que más trascendieron fueron los marcados procesos de desindustrialización, el endeudamiento externo, aumento de índices negativos y una recesión que no se solucionaría de manera tan simple como desdolarizar, debido a que la especulación financiera traería aparejada la salida de divisas del sistema de manera abrupta, y una posterior devaluación.

Julián Zícari, economista e investigador del CONICET, en diálogo con lleca, dió su parecer en relación a cómo impactaría una dolarización de la economía en nuestro país: “Una dolarización lo primero que haría es subir la pobreza, la llevaría al doble o al triple, destruiría el salario. Es totalmente impracticable, el Banco Central no tiene las reservas para hacerlo”, y continúa, “la dolarización implicaría renunciar para siempre a un proyecto de soberanía no solo económica, industrial, de desarrollo, sino que, nos convertimos en una colonia de un país que nos administra la moneda, subiendo y bajando la tasa de interés, subiendo y bajando la emisión de moneda, seríamos una triste colonia”, Zícari sentencia a la dolarización como una “trágica medida”, en el caso de aplicarse.

Julián Zícari
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