El 23 de septiembre de 1947 la democracia argentina cambió para siempre. Ese día, el Congreso sancionó la Ley 13.010, que reconoció el derecho de las mujeres a votar y a ser electas. La norma fue promulgada por Juan Domingo Perón, pero el verdadero motor estuvo en las luchas feministas y en el empuje de Eva Perón, quien hizo de esta conquista una causa propia.

La historia suele contarse en fechas y leyes, pero detrás hubo décadas de lucha. Desde principios del siglo XX, pioneras como Julieta Lanteri -la primera mujer en votar en Sudamérica, en 1911-, y los más de veinte proyectos de ley presentados en el Congreso antes de 1947, fueron abonando un camino que se concretó recién en tiempos del peronismo.
La primera vez: 1951
El estreno del voto femenino se dio en las elecciones generales del 11 de noviembre de 1951. Ese día no solo se eligió presidente y vicepresidente, sino también legisladores nacionales y provinciales. La participación femenina fue masiva: el 90% de las mujeres acudió a votar, superando en porcentaje a los varones, que alcanzaron un 86%. En números, votaron 3.816.654 mujeres frente a 3.777.494 varones.
En esos comicios fueron electas 23 diputadas y 6 senadoras nacionales, además de 3 delegadas territoriales y 97 legisladoras provinciales. En total, 133 mujeres ocuparon bancas en todo el país, una cifra inédita para la época en América Latina.
Un dato curioso: Evita votó desde la cama del Policlínico donde estaba internada tras ser operada de cáncer de útero. Era su primera y única vez en el padrón: estaba ya muy enferma, pero no quiso perderse ese momento histórico que había ayudado a conquistar.

El semillero de Evita
El Partido Peronista Femenino, creado y dirigido por Eva, fue clave para organizar y movilizar a las mujeres. En menos de dos años abrió unas 3600 unidades básicas femeninas en todo el país, donde se organizaban desde simulacros de votación hasta campañas de empadronamiento. Las famosas “censistas de Evita” fueron quienes recorrieron pueblos, ciudades y caseríos para garantizar que ninguna mujer quedara fuera de las urnas.
Ese entramado político permitió que muchas mujeres integraran listas y llegaran al Congreso. A diferencia de otros partidos que no incluyeron mujeres -como la UCR-, el peronismo apostó a darles un lugar protagónico en la política.
La conquista del voto femenino no fue un regalo, sino el resultado de luchas colectivas y de una decisión política de época. Abrió el camino para la Ley de Cupo (1991) y la Ley de Paridad (2017), que siguieron ampliando derechos y garantizando representación.
Hoy, a más de 75 años de aquella jornada, el desafío sigue siendo el mismo: que la democracia sea verdaderamente paritaria, diversa y popular.
Recordar el 23 de septiembre es honrar a quienes pelearon para que cada voto valiera lo mismo, pero también es reconocer que la lucha por la igualdad todavía está en marcha.