Ariel y César: dos historias de escritura villera 

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Ariel y César tienen el mismo apellido, y sin ser parientes comparten una historia, la de escribir como chaleco salvavidas. Crecieron en dos villas de Buenos Aires que se encuentran a 35 km entre sí, la Villa Itatí y la Villa Carlos Gardel, y ambos encontraron en la estructura una manera de contar su vida y encontrarse con los/as demás. 

González es uno de los apellidos más frecuentes en nuestro país, imprimiendo un sello argentino a quien lo porte. Hoy te contamos sobre estos dos escritores que además de su talento, dejan testimonio de la realidad de un territorio atravesado por la desigualdad

Ariel González

Ari se sumerge en lo más íntimo de su experiencia y decide compartirla con sus lectores cuando escribe “Yo soy Ariel: narrar la vida y los sueños para zafar del paco”. De esta manera abre las puertas al mundo de la droga, con la advertencia de que siempre se convertirá en infierno. 

El libro recorre la historia del autor que en primera persona cuenta sobre su adicción a la pasta base y como eso lo llevó a enfrentarse a situaciones límite. Inicia con su infancia y adolescencia, pero también habla sobre su recuperación y el desafío que comprende sostener esa decisión día a día. El factor de la clase atraviesa todo su discurso y lo plantea como elemento fundamental para comprender los diferentes sucesos que narra.

Entre metáforas satánicas cuenta “Había una fila larga de pibes. El diablo era el que te abría la reja, iba metiendo chicos adentro y uno de ellos fui yo -relata-. Era feo el infierno, y de a ratos se volvía una costumbre estar ahí… Incluso podíamos tomarnos unos mates con el mismo diablo, mientras nos aconsejaba robar y seguir drogándonos. Pero no nos dejaba ver si había una vida más allá”

Su escritura se relaciona con una sanación personal, con una vía de escape a esas conductas que le arruinaban la vida. Pero también escribe para esos chicos y chicas de los que habla. Ariel cree firmemente que su historia puede salvar la de los demás, que puede ser ejemplo para quienes se encuentran en la misma lucha y que sea ese empujón para iniciar el camino de la recuperación.

Hoy se plantea una nueva meta, la de crear una editorial villera que pueda nuclear todas las historias que todavía quedan por contar. Editorial Villa Filosofía es un proyecto que todavía es un sueño pero que busca ser un espacio para entender mejor lo que es la vida en las villas a través de la poesía y, como sostiene Ari, ayudar a quienes nunca pisaron una villa, un barrio popular, y quieren dar una mano. 

César González

César estuvo preso entre los 16 y los 21 años, un pasado que lo marcó profundamente y en el que también encontró aquello que lo moviliza y lo apasiona. El arte lo cruzó en los pabellones de cárceles e institutos de menores y nunca más lo soltó.  

Al salir del encierro comienza una labor extraordinaria en el mundo de las artes, por medio de las cuales su historia llega a quienes tienen la oportunidad de conocer su obra. 

Entre sus publicaciones literarias se encuentran tres libros de poesía “La venganza del cordero atado” (2010), “Crónica de una libertad condicional” (2011) y “Retórica al suspiro de queja” (2015), sumado su ensayo “El fetichismo de la marginalidad” (2021).

También es director de cine, trabajó en la Secretaría de Cultura de Morón y participó de diferentes producciones en medios gráficos y digitales. Hoy es referente de la cultura artística villera y cuenta con casi 40 mil seguidores en Instagram. 

El seudónimo que utilizó en los inicios de su carrera, Camilo Blajaquis, da cuenta de su profundo compromiso social y de su impronta tan personal. Eligió Camilo, por el revolucionario cubano, y Blajaquis, por el activista sindical asesinado. 

Lluvia de Jaulas”, trailer de César González

Tanto Ariel como César son ejemplo de resiliencia, que no sólo encontraron en el arte un medio de expresión, sino que además eligieron compartirlo con un público que celebra su talento. Hoy nos encontramos cada vez más en un panorama en el que las artes son subestimadas, en el que las villas continúan siendo espacios cargados de estigma y en el que constantemente se imprimen lógicas capitalistas a los ámbitos de la cultura. Estos dos autores consiguen hackear de a poco estas dinámicas y nos llaman inmediatamente a la reflexión. 

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