Lautaro Ocampo trabajaba cortando el pelo en una plaza frente al Río Paraná y, luego de siete años, cumplió el sueño de abrir su propia peluquería en Rosario.
El joven de 23 años de edad hace unas semanas cumplió su deseo de tener su propia barbería y peluquería, que hasta el momento solo atiende a hombres pero aspira a convertirlo en un espacio unisex.
En su adolescencia, su mamá le dejaba $50 para comprarse la merienda, pero él los guardaba para ahorrar para el curso de barbero y comprarse sus primeras máquinas. Desde los 16 años tuvo que arreglársela para ganar su propio dinero haciendo changas en el barrio y adquiriendo experiencia cortandole el pelo a sus conocidos. Durante este trayecto, llegó a pasar del rubro de la peluquería a ser taxista por unos meses hasta poder volver a comprar las máquinas que había vendido para subsistir.
Lauty (como le gusta que lo llamen), paseando por la playa La Florida vió la oportunidad de cortar el pelo en un lugar donde nadie lo hacía: “aún no contaba con el dinero para alquilar un local, pero fuí hasta ahí con una silla que me habían donado, y que todavía la tengo (estoy cortando actualmente ahí), puse un para sombra cruzado y un cartel diciendo que cobraba $700 el corte. Así, otra vez, empecé a juntar pesito a pesito y con la ayuda de mi viejo pude comprar un gazebo para armar la pelu.” explica el jóven que puso su ‘barbería móvil’ que fue furor en el barrio.
“Además, estaba bueno porque estaba el río a la vista. Creo que en el verano voy a volver porque me gustó. Quiero ir a hacer temporada”.
Actualmente, el peluquero que convive con su pareja Paula y su hijo Jeffrey de 3 meses, alquila el local donde trabaja y aspira a comprar su propio espacio. “Progresar y que mi marca sea grande y conocida es un sueño. Ojalá pueda hacerlo realidad”, culmina Lautaro, contento por lo logrado y esperanzado por lo que el fruto de su esfuerzo puede llegar a darle a él y a su familia.
