Pilas recargables con yerba mate usada

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¿Cuánta yerba consumís en una semana? ¿Alguna vez pensaste que se podría usar para algo más que hacer un mate? Argentina es el país matero por excelencia: además de consumirla, produce y exporta a todo el mundo. 

Según el Instituto Nacional de la Yerba Mate, se realizaron más de 138 millones de kilogramos para el mercado interno entre enero y junio de 2023 y genera aproximadamente 6 kilogramos de desechos por habitante de manera anual. 

Un grupo de ingenieras observó esta situación y decidieron preguntarse qué otros usos podía tener este residuo doméstico además de ir directo a la basura. De esta manera, llevaron adelante ensayos exitosos sobre la capacidad de almacenar energía por medio de la yerba mate usada. 

El proyecto

Las profesionales son argentinas de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN) y realizaron los ensayos en España durante abril y junio por medio de una beca otorgada por la Fundación Carolina y el Ministerio de Educación. 

“En el marco de mi tesis doctoral que empecé en 2018 buscamos materiales de almacenamiento de energía y apareció la valorización de residuos vegetales regionales para producir carbones activados. Investigamos cuáles eran más abundantes en el país y llegamos hasta la yerba mate, donde no había registros de que se utilice para este fin en particular”, cuenta Florencia Jerez, una de las ingenieras y líder del proyecto. 

Uno de los objetivos más importantes es la producción a gran escala, alcanzando un volumen de producción y trasladando el proceso a una escala industrial. “La etapa de laboratorio ya la terminamos y tuvimos excelentes resultados. Ahora estamos tratando de conseguir financiamiento para poder saltar a la siguiente etapa que sería la escala piloto”, agrega Jerez.

¿Cómo funciona?

Lo que se crea a partir de la yerba usada en realidad no son propiamente pilas sino lo que se denomina como supercapacitores. Estos son dispositivos de almacenamiento de energía que funcionan como herramientas que guardan y liberan la energía de forma rápida. 

Los mismos no reemplazan a las pilas, sino que se utilizan como complemento cuando se necesita una respuesta energética rápida o cuando se requiere menor cantidad por un período más largo de tiempo. 

Ecología, Industria Nacional y economía circular

Para que los supercapacitores almacenen energía se necesita carbón activado, un material que se obtiene a partir de la quema de maderas. “La diferencia entre cualquier carbón activado que hoy se vende y los que nosotras fabricamos es que los primeros se hacen a partir de carbón mineral o de plantar y talar árboles, algo que no es muy amigable con el medio ambiente”, destaca Marcela Bavio, científica del Conicet y coordinadora de las investigaciones sobre energías renovables en la Facultad de Ingeniería de la Universidad.

“Desarrollar los supercapacitores con materiales que son residuos de otras industrias no sólo permite el avance tecnológico en el almacenamiento de energía, sino que también promueve la gestión y la revalorización de los desechos, e incorpora el concepto de economía circular”, agrega.

“Queremos trasladar todo este conocimiento que generamos a la industria nacional porque, en la actualidad, el 90 por ciento de los carbones activados que se utilizan son importados. Queremos valorizar los residuos abundantes en el país para generar nuevas fuentes de trabajo, nuevos conocimientos y producir el menor impacto ambiental posible”, resalta la ingeniera Jerez. 

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