Vivir de la economía social y solidaria

Share on whatsapp
Share on facebook
Share on twitter
Share on email

Ella es Marcela Cañete, nació en Curuzú Cuatiá, en el sur de Corrientes. Hoy es Co-coordinadora del área de economía social de ACEJ y está a cargo de la gestión de microcréditos de la Comisión Nacional de Microcréditos del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación en la organización. Además, Marcela es tutora de cursos gratuitos y participa en distintas actividades del colectivo. 

Su relato -que cuenta a lleca- es de profunda inspiración para mujeres, emprendedoras y trabajadoras de la economía popular y de las organizaciones sociales.

Marcela se crió en una familia humilde, acostumbrada a trabajar y a ganarse lo suyo. Siendo adolescente, ella estudiaba y trabajaba al mismo tiempo.
Se convirtió en madre muy joven; con 19 años ya tenía dos bebés a cargo. Junto a su pareja, tuvieron que afrontar esa responsabilidad. Dejó el colegio, dejó su casa familiar y salieron a la vida.

“Trabajé duro, de empleada doméstica casi siempre, nos turnábamos los horarios de trabajo con mi marido y la crianza de nuestros niñes, buscábamos la mejor manera de salir adelante. No fue nada fácil, pero juntes lo superamos”.

En el pueblo el trabajo comenzó a escasear y su marido se mudó a la “gran ciudad”, como le dicen en Corrientes a Buenos Aires, para consiguir trabajo. Al mes se mudó Marcela con sus niñes, con toda la ilusión de tener una vida un poco más confortable.

¿Cómo te adaptaste a vivir en otra ciudad?

Llegar y adaptarme no me resultó tan fácil, la vida acá es muy acelerada, era todo desconocido. Empezar de nuevo era lo que me mantenía positiva, conseguí trabajo enseguida, no fue difícil, las empleadas domésticas siempre tenemos trabajo, a veces es mal visto, no está bien pago y debemos soportar el maltrato o ese dedo apuntando, juzgando, agachar la cabeza y solo seguir. Al principio me decepcioné, pero para mi en ese momento era lo mejor que sabía hacer, y tenía una familia a la que cuidar y darle lo mejor en las posibilidades que tenía.
Pasaron 4 años desde que nos habíamos mudado a Buenos Aires, y nació mi tercer hijo. Dejé de trabajar por un tiempo, para poder dedicarles mayor atención, compartir cosas con elles, llevarlos al colegio y participar de sus actividades. Luego retomé el trabajo.

¿En qué momento decidiste iniciar tu camino como emprendedora?

Mi ultimo niñe ya cumplia 3 años, a esa edad comenzaba su salita amarilla en el jardín y yo lo llevaba al colegio junto a sus hermanos, todos los días el mismo camino, la misma rutina, pero un dia cambiamos algo, no sé por qué, pero eso fue lo que marcó un antes y después en mi manera de ver las cosas, de ver la importancia que tiene el “saber hacer”, y acá comienza otra parte de mi historia en la que me convertí en una emprendedora de la economía social.

Esto pasó a fines de 2013, encontré un “banco popular de la buena fé”, donde en sus carteles decía: “te ofrecemos microcréditos para tu emprendimiento”. Me pareció interesante lo que ofrecían; ser parte de un grupo solidario, trabajar en el barrio, compartir experiencias… Participé de cada reunión, siempre con mis hijos al lado, cada nueva propuesta yo más que interesada en ser parte. No tenía un emprendimiento, yo seguía con mi trabajo de limpieza, pero tomé mi primer crédito y arranqué.

Participé en mi primera feria, hacía calor, mis hijos conmigo, todo eso que pasaba y que se generaba me gustaba mucho, participar era una de las condiciones, pero para mi era algo que me gustaba hacer, no lo hacía obligada.
Luego de un tiempo me ofrecieron ser promotora. Es decir, que además de emprendedora me reconocían mi capacidad de coordinar y motivar a otros. En general a otras, porque éramos todas mujeres
Comenzaron las capacitaciones, con ellas nuevas maneras de ver la economía solidaria, de encarar los emprendimientos y de que el “saber hacer” de cada una sea su trabajo autogestivo.

“Me preguntaron qué sabía hacer, y les dije: tejer, coser, reciclar botellas de plástico, pintar… y ahí comencé el desafío de construir mi emprendimiento con mis propias manos. Eso me dió felicidad”.

“Todo parece tan bello así relatado, pero en el medio hubo bajones, desafíos de coordinar horarios de les chiques, del trabajo, la casa y todas las tareas que recaen en nosotras, las mujeres, que llevamos adelante y que es visto más bien como algo natural, que viene impuesto… son obstáculos que tenemos que romper, lógicas que hay que desarmar… reconocer el problema para cambiarlo”, cuenta Marcela en diálogo con lleca.

La correntina inició su emprendimiento de tejido de amigurumis cuando surgieron las capacitaciones, y, junto con ese crecimiento, iba tomando algunas decisiones, como dejar algunos de los trabajos de limpieza por hora, dedicarse más tiempo a sus muñecos y participar de las ferias.

¿Cómo manejaste el gran crecimiento de tu emprendimiento?

Mi crecimiento no fue a solas, la red de emprendedoras y emprendedores creció, tomamos fuerza juntes, participando, con presencia en plazas públicas y ferias privadas, reconocimientos en organismos públicos y hasta un documental que contaba parte de nuestra historia como colectivo: una revolución silenciosa. 

Con el correr de los años me ofrecieron armar los espacios de comercialización. ¡Otro desafío por delante!, en ese momento ya había dejado los trabajos por hora, fue una decisión difícil ya que la economía del hogar, al no tener ese ingreso debía ahora sostenerse un poco con mi emprendimiento, era una apuesta fuerte, pero lo asumí confiada y segura de mi misma

Mi emprendimiento creció mucho, mis hijes junto con él, para ese momento ya tenía varias capacitaciones, varias reuniones y experiencias de otros espacios con quienes nos vinculamos, en el medio de mi crecimiento personal, toda mi familia atrás, con problemas como todos, pero siempre positiva. Perdí familiares en el camino, recuerdo estar en una reunión y que me avisaran que mi querida abuela había fallecido; la vida misma.

Mi emprendimiento seguía viento en popa, llegué a feriar en la Manzana de las luces, en la feria navideña, recuerdo lo que fue recibir la noticia, organizarse, eran tres días de muchas horas. Lo que más me tenía nerviosa era que nunca había viajado a Capital, yo no sabía llegar a Retiro… viajar en subte ¿yo?, ¿cómo sería eso?, ¿cómo llevaría mis productos?.

Llegue a recibir menciones y premios, mis amigurumis están en el catálogo 100% nuestro, junto con emprendimientos de otras compañeras de la RED. Es un catálogo que recorre el país de manera digital y fui convocada para la certificación de mis productos bajo las normas IRAM y LENOR, todo llevó su proceso, trabajo duro, capacitaciones, mejorar desde la etiqueta hasta el packaging.

Si mirás hacia atrás, ¿cuáles creés que fueron las claves para lograr ser lo que sos hoy?

Todo este camino recorrido llevó tiempo, hubo que tomar decisiones personales que impactan en la familia, porque no se olviden que detrás de cada una de nosotras están elles, que también son nuestra prioridad, eso no quiere decir que nuestros deseos deben esperar, es saber encontrarle el modo para que todes estemos bien, respetando el lugar de cada une y sobre todo celebrar los logros del otro.

Cuando en 2003 entré al Banco Popular de la Buena Fé, en mi mente jamás se me cruzó que podía lograr todo esto, que podría tener un emprendimiento propio, trabajar y militar la Economía Social y Solidaria, de la cual vivo.
La confianza del proceso me ayudó a ver en mi a una mujer, madre, emprendedora, empoderada capaz de lograr cambiar su manera de ver la otra economía, la social y comunitaria. Entender que son las políticas públicas que muchos reprochan o tratan de hacer creer que no sirven, las que hacen que  muchas mujeres como yo puedan llevar adelante sus proyectos, armar sus talleres, y entender que el trabajo autogestivo es un trabajo como cualquier otro.

Dicen que nunca se deja de aprender y es verdad, sobre todo luego de la Pandemia por Covid-19. Tuvimos que rearmarnos desde todas las áreas, usar herramientas tecnológicas como el Zoom, las redes sociales, trabajar desde casa, acomodar los horarios, un cambio total para muches de nosotres. Pese a ello, superamos el millón de pesos entregados en el contexto de pandemia y pasamos los 1100 créditos entregados a emprendedores y emprendedoras de la Economía Social.

¿Cuál es tu camino por delante?

Nos quedan muchos desafíos por delante, seguir trabajando por esta economía, ganar más espacios, articular con más actores, pensarnos de manera colectiva, feminista y asociativa, pero sabemos que estamos en ese camino.

Para cerrar les comparto una frase que no me pertenece pero que me inspira “La mejor política social, es una política económica inclusiva”.

TEMAS: