Léonie Matthis fue una artista francesa radicada en Argentina, y retrató en sus obras uno de los acontecimientos más importantes de la historia de nuestro país.
Un 13 de mayo de 1883, hace 141 años, nacía en la ciudad francesa de Troyes una artista que logró destacarse en nuestro país, donde vivió cuarenta años y dejó plasmado en sus obras algunos de los hechos más cruciales en la historia argentina. Léonie Matthis, desde temprana edad mostró talento para la práctica artística, tal es así que a los quince años ingresó en la famosa Escuela de Bellas Artes de París, donde estudió durante 10 años, siendo una de las primeras mujeres en hacerlo.
Los primeros años del siglo XX, Léonie recorrió España, precisamente en la región de Andalucía. En Granada conoció al pintor Francisco Villar, un retratista español, con el cual se casaría y decidiría años más tarde radicarse en la ciudad de Buenos Aires. Ambos conformaron un gran patrimonio fotográfico que dan muestra sus rasgos esenciales.
En 1919, la artista obtuvo el primer premio único para extranjeros en el Salón Nacional. En la década de 1920 comenzó una serie de pinturas históricas, y ya en 1936, con motivo del IV Centenario de la Fundación de Buenos Aires produjo la primera línea de trece grandes cuadros a la cual tituló “Historia de la Patria a través de la Plaza de Mayo” por encargo de Oscar Carbone y María Luisa del Pino. Esta serie se expuso ese mismo año en la Farmacia Franco Inglesa. Unos años después, mediante una subasta pública, fue adquirida por el Museo de la Ciudad de Buenos Aires Brigadier Cornelio Saavedra, donde aún permanece expuesta.
Matthis utilizaba una técnica similar al óleo, llamada gouache, la que consiste en pintar con acuarela, realizando capas, pinceladas con acuarela opaca, y plasmar los colores claros y luces con blanco. De esta manera, los colores ofrecen una tonalidad clara con aspecto opalino, y destacándose los colores cálidos, claros y luminosos. Sus trazos brindan al paisaje una apariencia de movimiento y vida.
Ante cada obra que encaraba la artista, realizaba un camino previo de investigación y documentación. Su materia prima eran las iconografías recopiladas por Alejo González Garaño y Guillermo Mores. En “25 de mayo de 1810”, puede verse las influencias de las litografías de Carlos Enrique Pellegrino, en la reconstrucción edilicia de la arquitectura pública, la recreación de los usos y costumbres, y la paleta clara de colores. Así, buscaba darle a sus obras una apariencia que simule haber sido realizada contemporáneamente a los hechos retratados
En la realización de sus cuadros históricos recibió el asesoramiento de figuras intelectuales como Ricardo Levene, Enrique Udaondo, Leopoldo Lugones, Mario Buschiazzo, entre otros. A su vez, recurrió a museos, archivos, colecciones, libros, relatos de viajeros, y todo lo que podía nutrir su obra para convertirla en un viaje retrospectivo que la acerque a la realidad. A pesar de esto, no consideró a su obra como documentación histórica, sino como una recreación del pasado en términos de evocación, en donde daba lugar para remontar la corriente del tiempo a la cual había accedido en el momento histórico donde estaba dejando huella gracias a sus obras.
“Léonie fue una pintora tan erudita como intuitiva y gestual, que encontró su propio lenguaje mediante un personalísimo manejo del color. Por eso, la pedagogía de la historia y los paisajes que tematizan sus viajes incansables sucumben ante la soberanía de la pintura y el gesto de autodeterminación: Léonie Matthis es, ante todo, una artista moderna”, describieron durante la muestra “Leonie Matthis, nómade”, organizada en el Museo del Cabildo en 2022.
Leónie murió el 31 de julio de 1952, pero dejó marcada a una generación de pintores y pintoras, por su preferencia a favor de la expresión grupal por sobre lo individual, y el compromiso genuino de darle justicia a los hechos históricos del país con la agudeza y el valor de su arte.