Hoy te contamos la historia de Varelenses, los alfajores artesanales que nacieron en la pandemia y hoy son un ejemplo de éxito y superación.
Durante la pandemia del COVID-19, era muy común ver a las familias argentinas experimentando diferentes recetas en la cocina para compartirlas en sus casas durante el aislamiento. Bajo este contexto nace “Varelenses”, el emprendimiento de alfajores artesanales que desde la zona sur del conurbano bonaerense fue ganando terreno como uno de los alfajores más ricos de la actualidad. “La idea surgió en la pandemia. Durante el aislamiento quería hacerles alfajores a mis hijos y nació está receta, que a su vez le mandaba a mi familia o amigos para unirnos a la distancia como un presente de esto de estar aislados. Nació siendo un alfajor para mis hijos antes que nada”, dice Celina Serrano, la gestadora de este sueño, en diálogo con Lleca.
Celina reconoce que los primeros pasos fueron con cierto temor, al tratarse de un mercado desconocido. Para esto, empezó a estudiar durante las noches todo lo referido a la elaboración de alfajores, desde su elaboración hasta las formas de habilitarlo para ser comercial, la documentación necesaria, el registro de la marca. También fue importante saber a quién contactar para tener insumos elementales como el dulce de leche. “Cuando inicié en todo esto, empecé con una inversión de 3.000 pesos, con lo cual compré un poco de cada producto, y así, pudimos reinvertir para continuar y seguir creciendo”, afirma Celina, que destaca el constante apoyo de su familia y la elaboración completamente artesanal de los alfajores.
El nombre de “Alfajores Artesanales Varelenses” se debe al gentilicio de la ciudad natal de Celina, Florencio Varela, localidad ubicada en la zona sur de la provincia de Buenos Aires. Mientras que el logo del packaging de los alfajores, simbolizado por un león, representa otra de las pasiones de la autora según cuenta: “el logo se debe a otra pasión que tengo que es la ‘Comparsa Papelitos’ de Gualeguaychú, la que se identifica con un león; un león refleja esa fuerza y garra que le pongo a esta idea desde sus inicios”.
El proceso de elaboración de estos alfajores es artesanal en su totalidad: la masa se arma sin amasadora, se estira y corta, luego es colocada en placas que van a la heladera por un tiempo. Le sigue el horneado y el proceso de enfriar la galleta, rellenar, cubrir con chocolate y empaquetar de forma manual; por último se etiqueta y despacha para llegar a los diferentes rincones del país, logrando trascender las fronteras.
Si bien se trata de un emprendimiento familiar, Celina es quien se encarga de la mayor parte de cosas, organizando su agenda para stockearse de insumos, elaborar y entregar los alfajores. “Esto está pensado para que el día de mañana mis hijos tengan su propia marca de alfajores y que les quede el legado a ellos. Aviso que son excelentes vendedores de alfajores, ya que los ofrecen a dónde van”, dice entre risas la creadora de estos alfajores.
Este proyecto le dio la posibilidad a Celina de tener su propio trabajo y la oportunidad de llegar a muchos lugares -incluyendo otros países- reflejando que una persona que emprende puede llegar lejos con su producto.
Al ser preguntada por las expectativas a futuro que tiene con su emprendimiento, Celina responde: “Las expectativas están en lograr ser un alfajor nacional. Un alfajor que demuestre que detrás se encuentra una persona común como muchas otras pero con una idea sólida y que confía en que si uno se pone una meta nada puede fallar. Mis expectativas son que el emprendimiento crezca tanto que pueda dar trabajo a otras personas”.
Para concluir, Celina le deja un mensaje a todas aquellas personas que quieran emprender: “Si crees que tenés una idea a la que defendes con todo el corazón, pulmón y ganas, el camino es por ahí. No dejen que nadie siembre miedo en un proyecto que creés puede funcionar, no hay que sentirse menos ante posibles críticas. Emprender en Argentina es una posibilidad para formar una empresa el día de mañana”.
