Cada 11 de abril se conmemora el aniversario de la creación de la Federación Universitaria Argentina (FUA).
Esta federación es la encargada de representar a todo el alumnado universitario del ámbito público a lo largo y ancho de nuestro país. Además, plantea un modelo de Universidad Pública y defiende sus derechos y reivindicaciones.
La importancia de esta forma de organización estudiantil radica en la constitución de la misma como actor social, su rol político y su poder de representación de un colectivo que es parte indispensable de nuestro presente y futuro como son las personas que se encuentran en espacios universitarios.
Sus objetivos principales son la defensa de los derechos de las y los estudiantes frente a las autoridades nacionales y universitarias, así como contactarse con otros organismos de representación gremial y de la sociedad civil para articular necesidades. Su búsqueda siempre es por la mejora de las condiciones de sus representados y la garantía de sus derechos, además de plantearse como el espacio privilegiado para nuclear a los mismos.
Casi un millón y medio de estudiantes de alrededor de 50 Universidades del Sistema Universitario Público Nacional son representados/as por la entidad. A su vez la conforman los Centros de Estudiantes de cada facultad y las Federaciones Universitarias de cada universidad.
Inicios de la FUA
El 11 de abril de 1918, se creó la FUA al calor de un contexto que se denominaba Reforma Universitaria. Este proceso tuvo lugar en la ciudad de Córdoba, y planteaba como eje principal los reclamos estudiantiles por la democratización de las universidades y que cuenten con un carácter científico. La protagonista fue la Universidad Nacional de Córdoba, donde se llevaron adelante una serie de violentos enfrentamientos entre quienes impulsaban la reforma y quienes se oponían a ella.
Esta ola de reclamos se extendió al resto de las universidades del país impulsado por la FUA recientemente creada. Su fundación se encuentra íntimamente relacionada con la necesidad de transformar cuestiones estructurales de la educación en nivel superior tales como el principio del cogobierno igualitario entre docentes, graduados y estudiantes, la asistencia libre a clases y el régimen de concursos públicos de antecedentes y oposición como vía para acceder a los cargos docentes.
Otras motivaciones importantes que impulsaron la creación de la FUA fueron la necesidad de que la formación universitaria sea laica, investigadora y extensionista. Estos planteos pueden interpretarse como un pedido por el ayornamiento de la educación a los tiempos que corrían.
Uno de los textos bases de la Reforma Universitaria fue el Manifiesto Liminar. En el mismo se desarrollan las motivaciones de la revuelta y tuvo una fuerte influencia en el resto de América Latina. De parte de “La juventud argentina de Córdoba” y dirigida a “los hombres libres de Sud América”, expresa en uno de sus párrafos:
“Nuestro régimen universitario -aún el más reciente- es anacrónico. Está fundado sobre una especie de derecho divino: el derecho divino del profesorado universitario. Se crea a sí mismo. En él nace y en él muere. Mantiene un alejamiento olímpico. La Federación Universitaria de Córdoba se alza para luchar contra este régimen y entiende que en ello le va la vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes.”
Los sucesos de la Reforma Universitaria encuentran su punto cúlmine cuando la dirección de la Universidad cordobesa fue asumida por la Federación universitaria de Córdoba. Sin embargo, el proceso llevado adelante durante los meses marzo a octubre de 1918 fue un quiebre sin precedentes en lo que comprende al movimiento estudiantil.
La creación de la FUA y su sostenida labor a lo largo de los años, marca el inicio y el horizonte de un activismo estudiantil que no flaquea ante la vulneración de sus derechos. Hoy, los/as estudiantes se constituyen como sujetos políticos, que reconocen su contexto y luchan por modificarlo cuando lo encuentran injusto. Una Universidad autónoma y plural, que plantea la educación como derecho y no como privilegio ni mercancía, que es lugar para el pensamiento crítico, que reflexiona y trabaja sobre la sociedad, es una universidad justa para todos y todas.
