Construyeron un espacio para las infancias en el anexo femenino de la Unidad Penal N° 46

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La Unidad Penitenciaria N° 46 de José León Suárez tiene su nuevo espacio para los niños, niñas y adolescentes que visitan a madres, tías y abuelas privadas de su libertad.

Se construyó un espacio para las infancias en el patio del salón de usos múltiples ubicado en el anexo de las mujeres que se encuentran privadas de su libertad en la Unidad Penitenciaria N° 46 de José León Suárez, en el partido bonaerense de General San Martín. Este logro es el resultado de un proceso de planificación, diseño y construcción colectiva de tres años, en un trabajo conjunto realizado por las mujeres que se encuentran cumpliendo su condena y la Asociación Civil Ingeniería Sin Fronteras (ISF-Ar), la sede universitaria que la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) instaló en la Unidad Penal N° 48 del mismo Complejo Carcelario, la Municipalidad de San Martín, el Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), sumado al acompañamiento del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires.

“Brilla hasta en los lugares más oscuros” reza un mural lleno de flores, mariposas, un pájaro y un abrazo en el que se funden tres personas en este espacio donde niños, niñas y adolescentes se encuentran con aquellas mujeres que, más allá del encierro, tienen un lugar para compartir momentos de tranquilidad y emoción con sus seres queridos.

“Ahora nuestros chicos vienen y no se quieren ir porque no sienten que están en una cárcel”.

Tatiana, una de las mujeres que cumplen su condena en la Unidad N° 46, explicó el motivo del abrazo en el mural como un símbolo de las visitas: “Es lo primero y lo último que hace la familia cuando viene a visitarte”, y continuó, “antes yo veía a los nenes que se iban llorando cuando había corte de visita. No teníamos cómo entretener a la criatura mientras la mamá se iba y todas quedábamos muy mal. Pero ahora le podemos decir, ‘vení, vamos a jugar afuera’. Entonces se va la mamá, el nene no lo nota y después se va pensando ‘bueno mañana vengo de nuevo a jugar con mamá’”.

“Estábamos muy ansiosas por este día. Me da un poco de nostalgia porque se termina. Si bien el objetivo está cumplido, que es para nuestras familias, también es para nosotras, porque nos saca mucho del contexto de encierro, nos hace bien venir acá”, expresó Alejandra a la UNSAM, otra de las mujeres de la Unidad N° 46 que participó del proyecto, y agregó: “Yo estoy muy emocionada, realmente me siento muy mimada por todos los que pudieron hacer posible esto. Y me quedo con un mensaje de mi hijo, que me dijo ‘fua, ¿cómo lograron tanto?’”.

Teniendo como objetivo mejorar el acceso a los derechos de los niños, niñas y adolescentes, para que puedan tener experiencias más agradables cuando transitan por los contextos de encierro en los que están sus madres, tías y abuelas, este trabajo mejora la calidad de vida de todas las partes. Además, este esfuerzo mancomunado lleva a que las mujeres puedan acceder a la educación, tuvieran participación en el trabajo, aprendan a pintar con el muralismo, entre otras cuestiones que nutren a las personas detenidas.

Esta propuesta se impulsó a partir de un proceso de diseño participativo que incluyó talleres con las mujeres detenidas, encuestas, entrevistas y los aportes de un equipo interdisciplinario, y el objetivo se dirigió a que quienes visiten a sus seres queridos puedan hacerlo en un espacio que brille más allá de la oscuridad misma del encierro. 

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