Alejandra Pizarnik es declarada ciudadana ilustre de Buenos Aires

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Nacida el 29 de abril de 1936 en el municipio bonaerense de Avellaneda, estudió la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires y a los 24 años decidió trasladarse a París, Francia, realizando trabajos para diversas editoriales. Alejandra Pizarnik fue declarada ciudadana ilustre post mortem de la provincia de Buenos Aires, por su destacado aporte a la cultura, al ser promulgada la Ley N°15.448.

“Es un justo y merecido reconocimiento a una poetisa argentina, bonaerense, que cruzó las fronteras de la patria y reconocida por su obra en todo el mundo. Considerada una de las creadoras hispanoamericanas más destacadas del Siglo XX, cuyo legado, aún hoy, continúa vigente”, afirmó Débora Indarte, la diputada que impulsó el proyecto para destacar a Pizarnik.

Conocida como una ‘poeta maldita’ con grandes influencias del surrealismo, nació y creció en Avellaneda, gestando el inicio de su camino a mediados de la década del 50’ en los alrededores de la facultad donde realizaba sus estudios académicos. Una vez instalada en París, hizo publicaciones en varios periódicos y realizó traducciones para distintas personalidades. En esos años, entabló una fuerte y duradera amistad con otro escritor argentino radicado en Francia, Julio Cortázar. Además, estudió historia de las religiones y literatura francesa.

También conoció al poeta que posteriormente, en 1990, sería Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz. El mismo, prologa el libro llamado ‘El árbol de Diana’, una de las mayores obras de Pizarnik. De regreso a su país natal, edita ‘Los trabajos y las noches’, ganador del Premio Municipal de Poesía en 1965.

Alejanda con Julio Cortázar

Alejandra, recibió becas de Guggenheim en 1969 y de Fulbright en 1971, en reconocimiento a la calidad de sus obras. Habiéndose establecido nuevamente en el país, edita ‘Extracción de la piedra de locura’ y ‘El infierno musical’, así también, su trabajo en prosa ‘La condesa sangrienta’, en donde muestra una destacada madurez y evolución en sus trabajos, convirtiéndose en una referente elemental para la literatura argentina.

La escritora sufrió los embates de la depresión y problemas de ansiedad, tuvo un intento de suicidio en 1970, por lo que ingresó en el hospital psiquiátrico de Buenos Aires. El 25 de septiembre de 1972, Alejandra murió de una sobredosis al ingerir una gran cantidad de pastillas.

Su legado siguió escribiendo páginas que se consagraron en el tiempo, entre ellas, siete poemarios, un diario, una obra teatral, una novela breve y extensas correspondencias que exteriorizaban una notable capacidad para expresar sus emociones. Estas obras tuvieron un importante auge en el retorno de la democracia en Argentina.

“Sé, de una manera visionaria, que moriré de poesía. Es una sensación que no comprendo perfectamente; es algo vago, lejano, pero lo sé y lo aseguro”.

Alejandra Pizarnik

Hoy, Alejandra Pizarnik recibe un merecido homenaje, perpetuándose en la memoria activa del lugar que la vió crecer. 

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