En una audiencia en el Vaticano, el sumo Pontífice se expresó sobre cómo está impactando las crisis de deuda en los países del sur del mundo.
El papa Francisco participó de la conferencia “Crisis de deuda en el Sur Global” organizada por la Pontificia Academia de Ciencias Sociales (PACS) y la Initiative for Policy Dialogue (IPD), y expresó su visión ante economistas, ministros, directivos de organismos internacionales, eclesiásticos y académicos de diferentes países del mundo.
La conferencia se centró en las complicaciones que están teniendo los países del sur del mundo para sobrellevar la crisis de deuda; en este sentido, se resaltó la importancia de llegar a puntos de acuerdo entre quienes dan financiamiento y quienes lo reciben, elaborando un mecanismo multinacional que se base en la solidaridad y la armonía de los pueblos, tomando en cuenta que el endeudamiento tiene un marcado impacto en cuestiones económicas, financieras y sociales, tal como lo advirtió el entonces papa Juan Pablo II durante el Jubileo del Año 2000, destacando que la deuda externa no solamente tiene implicancias económicas sino que involucra a los principios éticos fundamentales y debe tener un debido tratamiento en el marco del derecho internacional.
“Después de una globalización mal administrada, después de la pandemia y de las guerras, nos encontramos frente a una crisis de deudas que afecta principalmente a los países del sur del mundo, generando miseria y angustia, y despojando a millones de personas de la posibilidad de un futuro digno. En consecuencia, ningún gobierno puede exigir moralmente a su pueblo que sufra privaciones incompatibles con la dignidad humana”, dijo Francisco, a la vez que habló de la necesidad de crear una “nueva arquitectura financiera internacional” y que se condone la deuda externa a los países afectados, en línea con la doctrina social de la Iglesia Católica.
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“El Año Santo de 2025 al que nos encaminamos nos llama a abrir la mente y el corazón para ser capaces de desatar los nudos de esos lazos que estrangulan el presente, sin olvidar que somos sólo custodios y administradores, y no patrones”, prosiguió el papa argentino, y concluyó: “Soñemos y actuemos juntos en la construcción responsable de nuestra casa común: nadie puede habitarla con tranquilidad de conciencia cuando sabe que a su alrededor hay multitud de hermanos y hermanas con hambre y también sumergidos en la exclusión social y en la vulnerabilidad. Dejar pasar esto es pecado, pecado humano, aunque uno no tenga fe, es un pecado social”.
Argentina está atravesando una crisis de deuda desde hace varios años, y sus consecuencias se evidencian cada vez más en la disminución de los niveles de consumo, la actividad económica y el empleo. Según un informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), la pobreza alcanzó el 55% de la población de nuestro país, representando a 25 millones de habitantes.
